La percepción de la luz y las sombras en el arte
Capítulo de Libro
Autoría:
STIPCICH, MARCELO FERNANDOFecha:
2011Editorial y Lugar de Edición:
Consejo Editorial UNCPBALibro:
MÁSCARAS & TELESCOPIOS, De cómo el arte agrega, materializa y redime a la cultura científica (pp. 135-152)Consejo Editorial UNCPBA
ISBN:
978-950-658-273-9Resumen *
La percepción visual es asociada generalmente con el patrón de luz que llega hasta la retina del individuo observador. Sin embargo este patrón de luz no permite explicar, por sí solo, la rica experiencia de contemplar una escena. Aunque la operación de percepción de un objeto es rápida y sin esfuerzo, su explicación científica es extremadamente compleja. Si bien aún existen algunas controversias sobre el mecanismo completo, un eficiente proceso visual requiere la percepción de múltiples aspectos que se extienden desde los detalles particulares de los objetos individuales hasta la representación global de la escena completa. Estos aspectos son procesados en conjunto por el cerebro mediante diversos mecanismos que se desarrollan en simultáneo. Una cuestión importante, por ejemplo, es que la información sensorial es inherentemente ambigua: una sola imagen puede ser coherente con un número infinito de escenas tridimensionales. El hecho de que rápidamente sólo sea percibida una de todas las interpretaciones posibles, pone en evidencia que el cerebro es capaz de obtener visualmente mucha más información de que la que llega hasta la retina. Las conjeturas de alta precisión y las inferencias que hacemos rápida e inconscientemente se basan en el conocimiento adquirido a lo largo de nuestra vida sobre el mundo que nos rodea y en nuestras expectativas sobre la escena en particular que estamos viendo. La diversificación del arte ha estado acompañada por la sofisticación en su percepción. Afortunadamente, algunos científicos e historiadores de arte han comenzado a dirigir sus esfuerzos a las preguntas más pragmáticas acerca de cómo percibimos y así atribuir un significado concreto a las formas. Si bien el estudio de las artes no es una ciencia, este campo de investigación cuenta con pautas básicas establecidas para la recolección de datos al igual que cualquier otro. El proceso de formulación de una hipótesis, la búsqueda de pruebas, su evaluación y su análisis, la adecuación y la reformulación de ideas tienen características propias dentro de esta disciplina. Cuando se estudian procesos perceptivos humanos, a menudo se pasa por alto el extenso cuerpo de evidencias provenientes del trabajo producido por artistas y artesanos profesionales a través de la historia, consistentes en tentativas de representación ilustrada, con todos los estilos y técnicas que varían a lo largo de los milenios hasta el día de hoy. Este producto constituye, quizá, el banco de datos más grande disponible para los investigadores. Mientras el arte de muchas comunidades especializadas ha mantenido siempre un lugar respetado dentro de la tradición de la investigación perceptiva (el arte infantil, el arte de discapacitados, etc.), las obras de arte más comunes, las que se presentan en museos, han sido en gran parte descartadas como evidencia experimental. Sin embargo, estos datos estuvieron demasiado circunscritos a las convenciones estéticas de las distintas épocas en que se produjeron y pueden proporcionar mucha información sobre la percepción humana en general. Al momento de contemplar una obra de arte el observador, en general inconcientemente, intenta encontrar pistas que le permitan entender la obra. El sistema visual integra datos provenientes de múltiples fuentes de información para juzgar las posiciones relativas de los objetos dentro del campo visual. Estas fuentes incluyen la posición y el movimiento del ojo, la de la retina, la ubicación y el movimiento del objeto, etc., en conjunto con otras diversas señales. A modo de ejemplo, para determinar la profundidad en una imagen el artista utiliza recursos de perspectiva, gradientes de textura, etc., y de ellos se vale el espectador para encontrar su propio significado de la obra. Junto con esto, los artistas son impulsados por un deseo de impacto y de economía visual. Miles de años de prueba y error han dado como resultado la elaboración de las técnicas más eficaces para infringir las leyes de la Física sin demasiada penalización por parte de los espectadores. Es posible mirar sus trabajos y encontrar que las discrepancias entre el mundo real y el mundo representado por los artistas revelan sobre el cerebro tanto como el artista revela sobre el mundo que lo rodea. En este apunte nos centraremos en la percepción visual de las sombras involucradas dentro de una obra de arte. Como es de esperar, uno de los criterios utilizados indefectiblemente por los artistas es representar las sombras como zonas más oscuras que sus alrededores inmediatos. Existe una enorme variedad de discrepancias entre la luz y las sombras en el mundo del arte. Cuando se introdujeron en la pintura hace poco más de 2000 años, fue a través del uso de técnicas aplicadas a regiones puntuales de la obra a modo de, por ejemplo, aclarar la superficie de un pliegue o revelar la presencia de un objeto para hacerlo más nítido. Ésta se trata de una técnica griega y que ya fue descrita por Plinio el Viejo en el S I (DC). Estas técnicas de iluminación puntual para sombrear o para enfatizar algunos elementos se comenzaron a aplicar a partir de ideas intuitivas sobre la relación entre la posición de la fuente de luz y del objeto. A lo largo del tiempo su aplicación se fue adaptando en parte de acuerdo a la evolución del conocimiento de la iluminación, pero principalmente de acuerdo a la idea que se deseaba trasmitir a través de cada obra. A pesar de presentar discrepancias con lo observado en el mundo real los efectos aplicados siempre funcionaron muy bien, logrando trasmitir al espectador el concepto deseado. Cerca de 500 años después, en pleno auge del Renacimiento y cuando la geometría de la perspectiva fue bien entendida, parecía que la geometría de la luz todavía era ignorada. Aún hoy en día, artistas modernos con la plena comprensión de la física de la luz, deciden a menudo utilizar incoherencias entre la iluminación y las sombras ya sea porque esto no juega un papel importante en la obra, o porque el resultado obtenido resulta más adecuado a la idea que pretenden expresar con su obra. Se ha observado que los errores resultantes de iluminación y de la proyección de la sombra, que podrían ser hallados a partir de cualquier análisis basado en óptica física, pasan desapercibidos a los observadores menos preparados. Esto favorece al autor de la obra de modo que en ocasiones parece jugar con la luz de acuerdo a su propio criterio. Las razones de porqué pasan desapercibidas tales incoherencias en la iluminación de una escena ofrecen mucha información a ciertas ramas de la neurociencia permitiéndoles investigar acerca del funcionamiento del cerebro humano. Información suministrada por el agente en SIGEVAPalabras Clave
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