Sangre, parentesco y mestizaje en La Rioja colonial: el mayorazgo de Sañogasta (gobernación del Tucumán, virreinato del Perú)
Capitulo de Libro
Fecha:
2019Editorial y Lugar de Edición:
Iberoamericana VervuertLibro:
El que no tiene de inga, tiene de mandinga. Honor y mestizaje en los mundos americanos (pp. 163-192)Iberoamericana Vervuert
ISBN:
978-84-9192-103-5Resumen *
Frente a las consecuencias del carácter redistributivo del sistema de herencia consagrado en la legislación castellana, las élites coloniales en Hispanoamérica recurrieron a la institución del mayorazgo con el objetivo de mantener el patrimonio dentro de una línea de descendencia familiar asegurando la base económica de pertenencia a dicho grupo social. En la antigua gobernación del Tucumán se crearon siete mayorazgos sobre la base de extensas propiedades desde mediados del siglo XVII y tuvieron un destino dispar. El bien vinculado no podía ser vendido, repartido y ni enajenado y el sucesor debía llevar el apellido impuesto por el fundador, asociando de esa forma sus memorias personales y familiares a dicha propiedad. Los principios de linealidad, primogenitura y preferencia de los hombres sobre las mujeres establecían un ?orden de llamada? de los legítimos herederos del señorío. Junto con ello, también se ponderaban la legitimidad del nacimiento y el valor de la ?pureza de la sangre?, cuya contaminación por la mezcla con ?razas? inferiores (mestizajes) ponía en riesgo el honor personal y familiar. Este trabajo aborda la fundación del Mayorazgo de Sañogasta como una vía de entrada a las representaciones del parentesco y la familia en un contexto colonial y a las nociones simbólicas a través de las cuales fueron expresadas. En particular, aquellas vinculadas a la ?sangre? como sustancia física -que conectaba a los descendientes de los fundadores de mayorazgos- pero también en tanto símbolo culturalmente construido que contenía y transmitía los atributos de nobleza, honor y los méritos logrados por los antepasados. Además de excluir a los colectivos maculados (moros, judíos y penitenciados), el fundador fue preciso al vedar a los descendientes mestizos cualquier derecho a acceder como titulares del mayorazgo y es por eso que en el siglo XVIII el mestizaje fue presentado como argumento para dirimir el conflicto por su sucesión. Nos preguntamos en qué medida el mestizaje configuraba una condición análoga a las otras categorías excluidas. ¿Cómo se resignificó la noción de ?limpieza de sangre? en torno a la sucesión del mayorazgo donde el mestizaje estaba extendido y naturalizado? ¿De qué modo la exclusión de mestizos y castas articulaba con formas alternativas de integración y construcción de la identidad familiar?Nos proponemos responder estos interrogantes analizando una serie de pleitos por la sucesión del mayorazgo que tuvieron lugar a comienzos del siglo XVIII. Nos serviremos además de fuentes secundarias para reconstruir el contexto en el que estos litigios se desarrollaron y para recabar información sobre sus protagonistas. Finalmente, buscaremos apoyo en los estudios clásicos de la antropología del parentesco en los que la ?sangre?, como fluido vital, ha sido ponderada como un símbolo que condensa múltiples significados y representaciones acerca de la pertenencia y la identidad entre personas relacionadas a través de ella. Ese ejercicio de diálogo nos obligará a reflexionar sobre el lugar de la sangre en tanto un locus o un punto de intersección en que el dominio del parentesco entraba en relación con otras dimensiones de la vida social en los lejanos tiempos coloniales. Información suministrada por el agente en SIGEVAPalabras Clave
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