Congreso de Extensión EXTENSO 2013 - La concientización comienza por los chicos. Toxocara canis: la importancia de juntar las heces de mi perro.
Congreso
Autoría:
WINTER, MARINA ; Butti M ; Corbalán V ; Faccipieri J ; Espindola M ; Gamboa MI ; Palancar T ; Osen B ; Archelli S ; Lanfranco J ; Radman NFecha:
2013Editorial y Lugar de Edición:
Congreso de Extensión EXTENSO 2013Resumen *
La Toxocarosis, al igual que otras parasitosis de carácter zoonótico constituye un problema de salud ambiental. Toxocara canis es una parásito intestinal que afecta normalmente a los perros. Al igual que el resto de los parásitos intestinales, sus huevos son liberados al ambiente con las heces. Los huevos resisten años en el suelo a la espera de un nuevo hospedador que los ingiera (Pezzani, 2006). Cualquier perro que no presente un completo y riguroso plan de desparasitación al día, puede ser portador de Toxocara canis, y en consecuencia diseminador de sus formas infectantes, los huevos. Al mismo tiempo que defecan, los perros diseminan potenciales formas infectantes para otros perros, y en el caso de Toxocara canis, al tratarse de una zoonosis, también para los seres humanos. No es necesario ser dueño de un perro parasitado para infectarse, dado que, aunque una persona no tenga perros, otras que si los tiene, pasean con sus mascotas en los parques públicos. Allí los perros defecan y los dueños desentendidos no se hacen cargo de sus heces. Luego de unos días, las heces quizás desaparezcan, pero los huevos son muy resistentes y persisten allí durante años. Una persona que se sienta en el césped o un niño que juega a la pelota, puede ingerir accidentalmente huevos microscópicos de Toxocara canis (Radman y col., 2011a, 2011b). En los seres humanos el parásito adulto no se desarrolla, pero en su lugar, la larva de Toxocara canis migra, pudiendo provocar Toxocarosis Visceral, Toxocarosis Ocular, Toxocarosis Cerebroespinal o Toxocarosis Encubierta (Guardis y col., 2002). Por sus hábitos de juego y su constante contacto con el suelo los niños en edad escolar son el grupo etario más expuesto a contraer esta infección. A esta situación, debe sumarse la presencia de animales callejeros, los cuales no cuentan con ningún tipo de control sanitario, en perjuicio de su salud, la de los otros caninos y la población humana de la zona. En la actualidad, la costumbre de poseer uno o varios perros como mascotas se ha incrementado. Sin embargo, lamentablemente no ha aumentado de la misma manera el sentido de la responsabilidad que representa tener una mascota. Dado que normalmente la gente no recoge la materia fecal de sus perros, los espacios públicos ya no son espacios saludables. El Parque Saavedra de la ciudad de La Plata representa ocho manzanas de espacio verde público, que diariamente es visitado por un importante caudal de personas, que se incrementa durante los fines de semana. Mucha gente pasea con sus perros, y mucha gente pasea sin perros, pero todos ellos están igualmente expuestos. A través del proyecto de extensión ?Transformemos nuestras plazas en espacios saludables? nos propusimos concientizar a las personas sobre el riesgo que representan las heces caninas. La curiosidad de los niños, su capacidad de aprender y de incorporar nuevos conocimientos nos llevó a creer que sin duda ellos deben ser el primer eslabón de una cadena de concientización ciudadana sobre la tenencia responsable de las mascotas, orientada a evitar la contaminación fecal del ambiente urbano (Osen y col., 2011, 2012). En las cercanías del parque se ubican dos colegios primarios, uno de carácter público y otro privado. Se realizaron talleres en los quintos y sextos grados (turno mañana y turno tarde) de ambos colegios. Cada taller se inició con una charla introductoria sobre las parasitosis en general, sostenida con material didáctico (láminas, almohadones y ejemplares de macroparásitos incluidos en resina), para facilitar la comprensión. Los niños pudieron conocer de cerca y en vivo a los macroparásitos. Luego se abordó en particular el problema que representa Toxocara canis. La mayoría de los niños manifestaron tener perros. Lejos de ser una clase más, cada taller generó un incesante intercambio de preguntas y respuestas entre los extensionistas y los alumnos, quienes mostraron desmedido interés por conocer un mundo hasta entonces inexplorado por ellos. Posteriormente, los alumnos realizaron las actividades (dibujos, sopas de letras y láminas) junto a sus compañeros. Disponiendo del material didáctico en sus bancos, cada alumno dibujó aquel parásito que le llamó más la atención. Mediante las sopas de letras buscaron entre los nombres de los parásitos, las medidas preventivas para evitar contraerlos, los factores de riesgo de infección, y otras palabras relacionadas con la temática. Cada grupo fue asistido por un extensionista. Desde sus bancos los alumnos continuaron evacuando sus dudas y contando sus experiencias, en un ámbito muy distendido, a medida que se acercaban a observar al microscopio óptico los huevos de Toxocara canis, procesados y conservados según métodos convencionales. Para la mayoría de los niños fue el primer contacto con un microscopio, por lo que su asombro y entusiasmo fueron notorios. Finalizado cada taller los niños se retiraron, con sus dibujos y medidas preventivas plasmadas en folletos elaborados por ellos mismos, y nuevos conocimientos que llevarían a sus casas para compartir con sus familias, para continuar la cadena de concientización. Los talleres nos demostraron que los niños entre 10 y 12 años pueden actuar como multiplicadores del conocimiento. Así mismo, los alumnos nos enseñaron a mejorar el dictado de los talleres. Las actividades de extensión universitaria son una herramienta fundamental para trasmitir conocimientos, que representen un beneficio para la comunidad. Información suministrada por el agente en SIGEVAPalabras Clave
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