Producción CyT

Historias de activismo lésbico en Argentina (1969-2012): Cartografía, archivo y experiencias

Libro

Autoría:

MALNIS, CECILIA

Fecha:

2025

Editorial y Lugar de Edición:

Madreselva

ISBN:

9788461779499

Resumen *

Este libro recoge historias del activismo lésbico en Argentina entre 1969 y 2012, narradas a través del hilvanado entre las voces de algunas de sus protagonistas y de la revisión documental de algunos archivos gestados dentro del activismo, especialmente del Archivo Documental Digitalizado del Activismo Lésbico: Potencia Tortillera. El uso de esos dos registros (oral y documental) buscó no sólo dar cuenta de la historia, sino también darle vida, en el sentido de hacerla presente, humanizarla. Como se deduce de la elección del tema, con los aportes de este trabajo también se nutren las historias del movimiento feminista en el país, mostrando en primera plana al activismo de las lesbianas cuyas contribuciones han sido, en muchos casos, olvidadas o consideradas secundarias dentro de la tradición feminista. Los grupos estudiados incluyen a Las Lunas y las Otras (1991-2000), Lesbianas a la Vista (1995-2001), Lesbianas en la Resistencia (1995-1997), La Fulana (1998-actualidad), Desalambrando (2002-2011), Lesbianas en Lucha (2003-2004), Lesbianas y Feministas por la Descriminalización del Aborto (2008-2018) y Lesmadres (2008-2013), todos grupos que tuvieron como escenario privilegiado de acción a la Ciudad de Buenos Aires. También se presentan colectivos de otras ciudades, entre los que se encuentran Las Safinas (Rosario, 2003-presente), Fugitivas del Desierto (Neuquén, 2004-2008), Ultravioletas (Mendoza, 2007-2013), Malas como las Arañas (La Plata, 2007-2012) y Primorosa Preciosura (La Banda, 2008-2015), además de encuentros nacionales o interprovinciales de lesbianas, como el promovido por el Espacio de Articulación Lésbica (EspArtiLes) en 2008, la Juntada de Lesbianas Disidentes de 2009 y la Celebración de las Amantes de 2012 y 2014.El período de estudio abarca desde el surgimiento de la primera organización homosexual en Argentina, Nuestro Mundo, que en 1971 se transformó en el Frente de Liberación Homosexual, del cual formaban parte varios grupos, incluido Safo. Este último es reconocido como el primer grupo lésbico del que se tiene registro, aunque la literatura académica lo califica a menudo de “mítico”, y yo misma lo he llamado así en varias ocasiones debido a la escasa información sobre su conformación e integrantes. No obstante, una de las propuestas para la lectura de este trabajo es superar la suspicacia que genera la participación de las lesbianas tanto en el movimiento feminista como en los primeros espacios homosexuales en Argentina. Una lectura “entre líneas” de la historia, que examina omisiones y (auto)ocultamientos, pero también rescata ciertas formas de visibilidad que las lesbianas de esa primera época lograron alcanzar, es esencial para comprender los primeros años dentro del marco temporal que analizo. A la luz de factores adversos como las dictaduras, la persecución policial hacia les llamades “a-morales” y hasta la censura dentro de espacios que debían ser aliados (como algunos grupos feministas), los mecanismos que permitieron a las lesbianas ganar visibilidad en el ámbito político resultan cruciales. Aunque estas acciones no siempre se asocian con una visión clásica del activismo, forman parte de la historia cultural de las lesbianas, por lo que su recuperación es indispensable. Entre estas acciones se incluyen la traducción de textos, la formación de grupos de estudio, la transmisión a sottovoce de estrategias de ocultamiento para protegerse de las propias familias y los ingeniosos métodos para encontrarse clandestinamente en espacios lúdicos, entre otros.Lo anterior es particularmente significativo para repensar los inicios del activismo lésbico en el país y también para ofrecer interpretaciones más complejas sobre la conformación de los primeros grupos feministas. Muchas mujeres de esa época temían que el feminismo se vinculara al lesbianismo, lo que las llevó a reafirmar lo contrario: “¡aquí no hay lesbianas!”. Por lo tanto, también es importante dejar de lado el temor a reconocer que algunas de estas mujeres participaron “como lesbianas”, o que podría haber en esos grupos un germen incipiente de activismo lésbico, aunque muchas permanecieran en el clóset. Este hecho ha generado cierto recelo entre investigadoras feministas, cuestionándose si la presencia de lesbianas dentro de otros grupos (no identificados inicialmente como “lésbicos”) puede considerarse o no una forma de politización de su experiencia. La pregunta central sería: cuando una lesbiana politiza su identidad en el feminismo, ¿lo hace como lesbiana o como mujer? Parte de los argumentos que se desarrollan en esta investigación, basados en las contribuciones de los grupos estudiados, ponen en duda la exigencia repetida hacia este colectivo de justificar sus aportes al feminismo “en tanto lesbianas”. En cambio, propongo que el cuestionamiento debería dirigirse hacia aquellas mujeres que buscan genealogías feministas exclusivamente heterosexuales, investigando cómo estas perspectivas podrían haber perpetuado o contribuido a la opresión de lesbianas, bisexuales y personas queer dentro del movimiento. El libro, en este sentido, invita a una revisión crítica de las narrativas históricas del feminismo en Argentina y a una mayor apertura para reconocer que las experiencias y luchas de las lesbianas no son un apéndice del feminismo, sino una parte esencial y fundacional de su desarrollo. Comúnmente, se utilizan términos como “feminismo lésbico” o “lesbo-feminismo” para referirse a las contribuciones específicas de las lesbianas a este movimiento, pero, considerando la significativa presencia de lesbianas y bisexuales en la formación de los grupos feministas (una tendencia que ha perdurado desde los años setenta hasta hoy), quizás sea momento de replantear la visión heteronormativa que persiste sobre los feminismos.Para este objetivo de la investigación, fue crucial recordar uno de los desafíos iniciales de las historiadoras feministas: imaginar audazmente la presencia de mujeres en contextos donde los documentos históricos apenas las mencionaban o las retrataban desde la perspectiva masculina. A partir de la revisión documental y de las múltiples “invisibilidades” con las que me fui encontrando al escribir el libro (un proceso que requirió un “leer entre líneas” y buscar “lo faltante” allí donde lo que se removió había dejado la marca de su omisión), entendí que seguir insistiendo en la presencia de las lesbianas en diferentes espacios y grupos es aún hoy un acto de resistencia y de urgencia política. El estudio concluye en 2012, con la primera Celebración de las Amantes en Córdoba como hito. Llegar a este acontecimiento me permitió examinar ciertos procesos de transformación dentro de los activismos, especialmente en lo que respecta a las repercusiones del nuevo perfil que el Estado nacional comenzó a asumir a mediados de los 2000, con una mayor apertura hacia las demandas del colectivo LGBTTTQ. Los activismos lésbicos adoptaron diversas posturas frente al institucionalismo, siendo el debate sobre el Matrimonio Igualitario (aprobado en 2010) un espacio clave para visibilizar los argumentos en torno a las posturas institucionalistas, autonomistas y sus variantes intermedias.Las activistas entrevistadas fueron muchas más de las que finalmente quedaron en el resultado presentado. Como todo trabajo que debe cerrarse antes de estar completamente terminado (ya que podría continuar indefinidamente), fue necesario hacer recortes para narrar desde una perspectiva particular. En el caso de este libro, las voces que cuentan historias de activismo desde distintas regiones del país son: Adriana Carrasco, Silvia Palumbo, Mónica Santino, María Luisa Peralta, María Rachid, fabi tron, Irene Ocampo, Gabriela Adelstein, val flores, Natalia Bolcatto, Iris Ortellao, Laura Safo, Canela Gravila, María Eugenia Sarrías, María Rocha, Ana Mines, Aranzazú Guevara, Andrea Dallosta, Paula Torricella, mariam pessah, Gabriela Maure, Sabrina Yáñez, Aranzazú Guevara, Paulina Serú, Naty Prado, Grisel Juri-Ayub, Eugenia Scirpo, Larhiza Hatrick y Fer Losso.Las entrevistas se analizaron a partir de una categoría clave en los Estudios Feministas: la experiencia, la cual ha sido ampliamente utilizada y también cuestionada. La teoría de Teresa de Lauretis resultó crucial para entender la interacción entre lo individual y lo social, ambos vistos como procesos históricos y subjetivantes que no separan claramente “lo propio”, “lo común” y “lo ajeno”. En los relatos sobre la experiencia, se percibe cómo la primera persona, tanto en singular como en plural, se apropia de una historia compartida, que a su vez es más que la simple suma de las personas involucradas. En definitiva, el libro recoge narrativas del activismo lésbico que pueden leerse en términos de lo apropiado e inapropiado como in/adecuación o in/corrección respecto a otras narrativas que se le asocian, especialmente la feminista y la de la “diversidad sexual”, pero también como lo que se vuelve propio en el uso situado de la lengua y sus posibilidades, en el asir del pasado en el tiempo presente y por lo que hoy resulta significativo para esa memoria. La historia no es un tiempo homogéneo y vacío que progresa linealmente, sino que es el resultado de luchas constantes por apropiarse del racconto histórico que, hasta aquí, ha hecho poco para legitimar en el presente la tradición de las lesbianas. La relevancia de rescatar estas narrativas va más allá de indagar en la pregunta por lo que han hecho, sino que se extiende hacia la reflexión por cómo somos, porque la relación entablada con el pasado no es de mera contemplación, sino de acción política. El pasado, como sabemos, no está cerrado, tiene actualidad. Los fenómenos del activismo lésbico de décadas pasadas, como su relación con los movimientos feminista y el de la “diversidad sexual”, las demandas legales hacia el Estado y la intervención de diversos organismos internacionales en la agenda del movimiento social, entre otros, adquieren nuevos significados en el presente a raíz del avance de los discursos neoliberales de derecha, del temor a la reducción del rol estatal, de la legitimación de ciertos discursos negacionistas y del crecimiento de los sectores “anti-derechos”, entre otros factores. Una advertencia más sobre cómo leer este trabajo. Quisiera señalar que, si bien compilo historias de activismo lésbico, la identidad lésbica no fue el único factor común que motivó las propuestas políticas estudiadas. Mi objetivo, más bien, ha sido mostrar cómo estos grupos participaron en procesos que, en muchos casos, fueron más allá e incluso desafiaron la noción de “política de la identidad” (es decir, la idea de que la experiencia compartida de ser lesbianas bastaba para unir a todas en torno a una causa política común o consolidar un movimiento único basado en esa identidad). En lugar de eso, los colectivos se involucraron en luchas más amplias, como el anticapitalismo, la memoria, la verdad y la justicia, las resistencias a la globalización y el ambientalismo, y destacaron cómo estas demandas también afectaban a lesbianas y mujeres bisexuales, marcadas por cuestiones de género y sexualidad. En este sentido, considero que la principal contribución del libro es hojaldrar los activismos lésbicos, revelando los múltiples sentidos y objetivos que construyeron, a menudo superando la identidad lésbica. En resumen, las historias recogidas aquí son también relatos de auto-organización en los barrios, disputas dentro de partidos políticos, lobbies legislativos para la aprobación o derogación de leyes, debates sobre asimilacionismo y posturas anti-asimilacionistas dentro del movimiento LGBTTTQ, y tensiones en ciertos sectores del feminismo hegemónico (y heterosexual) respecto a la visibilidad lésbica. Además, se incluyen relatos que amplían la noción tradicional de lo “político”, abarcando desde la lucha por abrir espacios para lesbianas en la industria del entretenimiento, como bares y centros culturales, hasta la importancia de traducir textos entre lesbianas, leer ficciones lésbicas, escribir las propias, difundir fanzines olvidados, distribuir revistas editadas en los años ochenta y realizar grafitis inspirados en la lectura de Monique Wittig. También se narran experiencias como la creación de grupos de estudio feministas y lésbicos, encuentros interprovinciales, iniciativas de parejas lesbianas que se disolvieron tras su separación, y consumos culturales que refuerzan una identificación positiva con el lesbianismo, como escuchar la música de Sandra y Celeste, participar en los talleres de poesía de Diana Bellessi en el barrio de Boedo, seguir el programa radial “Un amor lésbico en la confitería” creado por la colectiva mendocina Ultravioletas, o asistir a exposiciones de arte en la casa cultural Primorosa Preciosura en Santiago del Estero.El libro en su conjunto se presenta como un testimonio de la intersección entre lo íntimo, lo público y lo político que revela la complejidad de los entramados afectivos que subyacen en las luchas por la visibilidad, el reconocimiento y la redistribución que encaró el activismo de las lesbianas en este país. Información suministrada por el agente en SIGEVA

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