La modernidad y la experiencia popular

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Poco del debate posmoderno aparece en la experiencia popular. Más allá de que el reconocimiento de la modernización es un acción diferida, una abstracción, un momento de segundo orden: una operación intelectual. La experiencia popular de la primera modernización argentina tiene poco que ver con el encanto y la pulsión de cambio que describe Berman en Todo lo que es sólido se desvanece en el aire: más bien es la pura experiencia de la opresión de clase. Sólo en una institución modernizadora, la escuela, la experiencia popular es de transformación de su horizonte de expectativas; y a su vez, habilita el disfrute, vía la alfabetización, de otro gran invento: la cultura de masas. En el caso argentino, esa cultura es primero gráfica, es decir, alfabetizada; luego radial y cinematográfica, mucho después televisiva. La primera modernidad argentina es letrada, aunque esa cultura de masas debe alimentarse de los residuos que la misma modernidad desplaza: es la hipótesis brillante que exploró Aníbal Ford a lo largo de su Navegaciones, en 1994. Los saberes populares desplazados por la modernidad de finales de siglo XIX y comienzos del siglo XX ?desplazados porque son corporales y orales, y la modernidad es tercamente escrituraria? van a parar a los medios de comunicación, que nacen, dice Ford, ?enancados? en las tradiciones y saberes populares. No será la última oportunidad en que modernidad y tradición dialoguen, en vez de oponerse. Information provided by the agent in SIGEVA